Esta obra empieza interpretándose una historia en la que dos niños son asesinados de la mano por un ataque nazi, prosiguiendo así, una situación de un niño soldado llamado Amadou en un ambiente trágico. A continuación, mediante un lenguaje cómico, poético y narrativo Moisés se convierte en un trabajador “explotado” que intenta evadirse recurriendo a la prostitución, aunque eso le ha hecho ayudar a una señora argentina que ejercía ese oficio, la cual sufría un abuso constante. Después observamos la escena de un inmigrante que quiere cruzar la frontera en una maleta sufriendo así, las altas temperaturas del desierto y miles de obstáculos. También vivimos la historia de un desahuciado borracho que se quiere ahogar y pedía un papel para escribirle a su familia y transmitir el mensaje de que la vida valía la pena, y con ello, demostrar que la tortura era el arma más eficaz pero que incluso puede surgir belleza como son las ganas de vivir.
Toda la obra estaba llena de contrastes y acompañada de una polea que proyecta la representación a un plano simbólico. En mi opinión, la obra era excelente y creo que la moraleja estaba clara ( el que sufre busca la belleza, ansia la belleza). Destacar, que el tono de Moisés conmueve a todos los espectadores. Me gusto mucho la frase que nombra al principio y al final de la obra “ pido perdón por todas esas cosas que no me atrevo a pedir perdón”. Añadiría una pequeña crítica constructiva relacionada con la ausencia de una historia relacionada con la vejez ya que el abandono de la tercera edad se sufre a diario en todo el mundo.
En conclusión, es una obra que recomiendo porque perturba y te hace pensar sobre actos y pensamientos que tenemos día a día.
Aida Gens Arencibia.
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